Por definición, los edulcorantes artificiales son sustancias sintéticas que sustituyen al azúcar, aunque también pueden derivarse de sustancias naturales (hierbas).

Sin embargo, su consumo desmedido, lejos de ser inocuo para nuestro organismo como se pensaba inicialmente, provoca múltiples efectos en nosotros:

– Altera la microbiota intestinal, reduciendo proporción de las cepas beneficiosas en favor a las más proinflamatorias y asociadas al aumento de peso.

– Afecta a la producción de hormonas digestivas, elevando la producción de insulina. Sí, habéis leído bien. Diversos estudios clínicos demuestran que el consumo de edulcorantes acalóricos provoca un aumento de insulina en sangre. Esto es, sencillamente, porque nuestro cuerpo no está preparado para gestionar el consumo de estas sustancias extrañas. A la larga, esto puede provocar resistencia a la insulina, aumento de peso, y/o diabetes. ¿No era la Coca-cola zero una bebida perfecta para los diabéticos?

– Altera algunos receptores cerebrales, aumentando la sensación de hambre. Se cree que esto puede estar relacionado con el hecho que las papilas gustativas detectan el sabor dulce, no siendo capaces de distinguirlo del dulce del azúcar, e informan al cerebro de ello, quién genera la misma respuesta que al consumir azúcar.

Existen multitud de edulcorantes artificiales, y su creación va en aumento. Desde la antigua sacarina hasta la novedosa sucralosa. No todas son igual de saludables:

✅ Stevia (Stevia rebaudiana): también conocida como estevia, es una planta originaria del sureste de Paraguay. Sus hojas verdes son ricas en glucósidos de esteviol, un endulzante 200 veces más dulce que el azúcar. A tener en cuenta que la propia hoja, es solo 15-20 veces más dulce que el azúcar, ya que a parte de estos glucósidos, contiene agua, celulosa y otros componentes. En mi opinión es la mejor opción de endulzante artificial, pero debemos optar por las hojas verdes secas pulverizadas (las podemos encontrar en herboristerías o en internet), evitando los extractos de estevia, con aspecto blanco cristalino, que normalmente están ultraprocesadas y mezcladas con otros edulcorantes para reducir costes. A tener en cuenta que si se cocina a altas temperaturas puede dejar un sabor amargo, por lo tanto, mejor evitar en bizcochos y magdalenas.

❌ Sucralosa (E-955): edulcorante sintético acalórico, es unas 500 veces más dulce que el azúcar. Se comercializa bajo el nombre Splenda®. No es absorbido en el tracto gastrointestinal. Se sabe que su consumo altera la microbiota intestinal. A evitar.

❌ Aspartamo (E-951): polvo blanco incoloro, de producción sintética, 200 veces más dulce que el azúcar y acalórico. A evitar.

❌ Acesulfamo K (E-950): edulcorante sintético acalórico, descubierto hace más de 50 años. A evitar.

❌ Sacarina (E-954): edulcorante sintético acalórico, descubierto hace casi 150 años. A evitar.

🟡 Polialcoholes: todos los acabados en -ol (como el xilitol, manitol, lactinol, sorbitol y el eritritol). Son un tipo de hidrato de carbono presente de manera natural en algunas frutas, plantas o en la corteza de los árboles. Muchas personas presentan molestias digestivas (sobretodo gases y diarrea) al consumirlas, y por lo general deben evitarse. El que menos efectos adversos produce es el eritritol.

¿Y que me decís de los azúcares “saludables” como la panela, el azúcar de coco, la miel cruda, etc?

Si bien es cierto que han recibido un tratamiento y procesamiento menor al azúcar común, estos siguen siendo casi en su totalidad azúcar. Por ello, no debemos pensar que podemos comerlos sin medida, y mucho menos que son terapéuticos.

En el este post hablo más al detalle sobre los edulcorantes naturales, ¡no os lo perdáis!

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