La industria alimentaria nos ha inculcado durante décadas que un buen día debe empezar con un buen desayuno, y que este debe basarse en un bol de “cereales de desayuno” (cómo si hubieran cereales específicos para tomar en un momento concreto del día). En mi opinión, es únicamente una campaña de marketing y una excusa para cargarlos de azúcar, grasas malas y un sinfín de aditivos. ¡Y encima nos hacen creer que nuestro cuerpo necesita esta bomba de azúcar para arrancar!
El resultado es que estos cereales, por culpa de las harinas refinadas (normalmente trigo blanco) y los azúcares libres (fructosa, jarabes…) provocan un pico de glucosa en sangre brutal, acompañado de todo tipo de efectos indeseados. Por ejemplo, mucha gente nota que al comer algo cargado de azúcares se vuelve repentinamente muy nervioso, irritable, y en casos extremos incluso taquicárdico. Después de este subidón de azúcar, se produce naturalmente la misma bajada rápida de azúcar en sangre, dando lugar a mareos y un hambre brutal. Muchos, para atacar esta hambre se zampan un par de galletas marranas a media mañana. ¿Os suena la historia?
Con eso no digo que no podamos desayunar cereales, al contrario. Un buen desayuno puede (aunque NO debe) contener hidratos de carbono, incluidos cereales, pero estos siempre deben ser de calidad, integrales, y desde luego sin o con el mínimo posible de azúcar. Además, para compensar la alta dosis de hidratos, es interesante acompañarlos con proteína y grasa de calidad. De esa forma conseguimos retrasar la liberación de azúcar en sangre, evitando los tan temidos “picos de glucosa”.
Si sois de los que no queréis renunciar a un buen bol de cereales por la mañana, os traigo una receta super fácil, rápida y sana para hacerlos en casa.
El cereal base es la avena, un cereal integral lleno de fibra, fuente de almidón resistente, que sacia durante toda la mañana porque no produce picos de glucosa en sangre.
INGREDIENTES (1 tarro mediano):
- 250 g de copos de avena
- 1 plátano muy maduro
- 50 g de anacardos (o cualquier fruto seco)
- 3 cs de crema de avellanas (o de cualquier fruto seco, con tahini queda impresionante)
- 30 g de uvas pasas (o cualquier fruta seca, con dátiles queda brutal)
- 1 cp de miel
- 2 cp de cacao puro
- 2 cp de canela ceylan
- Opcional: coco rallado, trocitos de chocolate negro, manzana deshidratada…
Los «grumos» y la textura crunchy se consiguen gracias a los ingredientes húmedos y los aceites (en este caso el plátano, la crema avellanas y la miel). Por lo tanto, si reducís o quitáis uno de estos ingredientes, compensadlo con otro parecido.
Ejemplos:
– Sin frutos secos: sustituir la crema de avellanas por aceite de coco
– Sin plátano: sustituir por manzana asada
– Sin miel: sustituir por sirope de arce o agave
PREPARACIÓN (30 min):
- Mezclamos muy bien todos los ingredientes, excepto las pasas, en un bol con una cuchara (ojo que la miel y la crema de avellanas cuestan de mezclar, es importante que toda la masa quede homogéneamente «pegajosa»).
- Repartimos la granola en una bandeja de horno.
- Horneamos a 200ºC durante 10 min aprox, siempre vigilando.
- Cuando veamos que se empieza a tostar, sacamos la bandeja y mezclamos la granola con una cuchara. Añadimos las pasas (si las añadimos al principio se queman).
- Horneamos 5-10 min más (vigilad porque pasa de crudo a quemado en un abrir y cerrar de ojos).
- Sacamos la granola del horno y esperamos a que se enfríe.
- La guardamos en un bote cerrado en la despensa (no hace falta nevera). Aguanta perfectamente 1-2 semanas, ¡aunque dudo que os dure tanto!