Me encantan los helados, ¿a quién no?
Forman parte de mis veranos y me recuerdan a mi niñez. Además, son una salvación para aquellos días interminables de agosto en los que el calor no da tregua…
Es una pena, porque no hay un solo helado del supermercado que sea mínimamente saludable. Todos están cargados de azúcar o edulcorantes artificiales, no sé que es peor. Además, llevan grasas trans y un sinfín de aditivos.
¿Por qué ninguna cadena alimentaria sirve helados con ingredientes reales? Los helados, al estar congelados, no necesitan azúcares ni conservantes para conservarse durante más tiempo; y las frutas de temporada son económicas, sostenibles y aportan dulzor, con lo que serían el ingrediente base perfecto.
Lo triste es que la mayoría de las heladerías, incluso las artesanales, venden la misma porquería. Y las pocas que utilizan fruta de verdad para hacer sus helados, los venden a unos precios desorbitados.
Así que hace años que yo me hago mis propios helados. Siempre tengo en el congelador bolsas de fruta ya cortada y lista para triturar: plátano, arándanos, fresas… También me encantan los polos de zumo de naranja.
Para hoy, os propongo una receta facilísima, vegana (sin nata) y aun así super cremosa (por la leche de coco), y por supuesto, sin azúcares añadidos.
A veces la perfección radica en su sencillez.
INGREDIENTES (3-4 moldes pequeños):
- 1 mango maduro
- 200 ml de leche de coco
PREPARACIÓN (5 min + congelar 3 h):
- Trituramos todos los ingredientes con una batidora potente.
- Ponemos la crema resultante en moldes para helado.
- Congelamos unas 3 horas.