¿Por qué nos gusta tanto el azúcar?

Para empezar, porque evolutivamente estamos preparados para detectar y preferir alimentos con una alta carga calórica (ricos en hidratos de carbono, especialmente azúcares, y también en grasas), con la intención de mantenernos nutridos. Imaginaros si nuestros antepasados tuvieran un deseo irrefrenable por comer hojas verdes todo el día, ya nos habríamos extinguido. En cambio, que buscaran y desearan comer frutas dulces, grasas animales, etc. los nutría y los permitió sobrevivir y evolucionar. 

Pero eso fue hace muchos años. ¿Cómo es que ahora, que claramente estamos sobre-alimentados (aunque muchos malnutridos), seguimos teniendo esa necesidad por comer azúcares y grasas? ¿Por qué nuestro cerebro no dice “basta, ya tengo los depósitos (michelines) a reventar, no necesito comer más”?

La respuesta, en mi opinión, es fácil: estamos completamente desregulados por culpa de los ultraprocesados. Comemos por los ojos, sin escucharnos; y aunque lo hagamos, nuestras hormonas y nuestra microbiota están fuera de control y nos hacen tomar decisiones poco inteligentes. 

¿Sabíais que cuando tenemos esa ansiedad o necesidad incontrolable por comer algo dulce, no somos nosotros quien tomamos esa decisión? Es nuestra mala microbiota intestinal, rica en unos tipos de bacterias poco saludables que se alimentan de esas marranadas y nos incitan (a través de la conexión intestino-cerebro) a comer más de sus alimentos preferidos. ¡Y nosotros pensando que somos dueños de nuestros pensamientos y acciones, libres de tomar las decisiones que queremos! Resulta que muchas de ellas están condicionadas por unos monstruillos que tenemos en la barriga. Fuerte, ¿eh?

Si queréis saber más sobre el tema, podéis encontrar otros artículos relacionados con el azúcar y sus primos (la fructosa, los edulcorantes artificiales, los edulcorantes naturales y la miel… como véis, es una família muy grande, ¡y es que el la industria del azúcar mueve mucho dinero!

 

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