La pectina es una fibra natural que se encuentra en las paredes celulares de las plantas, sobretodo en el fruto y especialmente en su piel. Se considera un tipo de fibra muy soluble y fermentable, por lo que actúa como prebiótico, es decir, alimento para nuestras bacterias beneficiosas.
El problema es que se encuentra dentro de las paredes celulares entrelazada con fibras de celulosa (fibra no fermentable), es a priori poco accesible para nuestras bacterias, con lo que es necesario cocinar estos alimentos para que se rompan las cadenas de las paredes y la pectina se libere y sea accesible.
La mayor cantidad pectina la encontramos en la manzana. ¿Conocéis el refrán «an apple a day keeps the doctor away» ( = una manzana al día mantiene al doctor en la lejanía)? Aunque a veces la cultura popular está llena de mitos, en este caso, la premisa está bien fundada. Estoy segura que gran parte de los beneficios de la manzana se deben a la pectina.
También son ricos en pectina lo limones, naranjas, arándanos, uvas… y en menor medida en peras, piñas, moras, cerezas, plátanos…
Además, seguro que la habréis visto en varios productos envasados, pues se añade como espesante, ya que de la unión de azúcar + ácido + agua de la fruta se forma un gel. Si alguna vez habéis hecho mermelada en casa, os habréis fijado en que la mayoría de recetas incluyen una manzana con piel. Ahora ya sabéis el motivo
Por si no fuera poco, la pectina nos ayuda a eliminar residuos y toxinas del organismo. También capta los ácidos biliares producidos durante la digestión. Además, capta agua al formar el gel que os comentaba en el párrafo anterior, es por eso que se dice que la manzana es astringente y se da en diarrea. Este gel, además, ayuda a proteger la mucosa gastrointestinal, reduciendo la inflamación. Vaya, una joya para todos los que sufráis de malestares intestinales, que últimamente cada vez más personas sufren (y más desde la pandemia de los ultraprocesados).
Seguro que después de leer todo esto estaréis pensando: ¡ajaaá! es por eso que mi abuela me hacía manzanas al horno cuando estaba malit@!!
En resumen, si queréis mimar a vuestros bichitos, y especialmente si tenéis molestias gastrointestinales (acidez, reflujo, etc) ¿por qué no probáis de añadir un poco de manzana cocida a vuestra dieta? Vuestro cuerpo os lo agradecerá.
Una forma muy fácil consumir esta pectina biodisponible es consumiendo compota de manzana. Eso sí, esta debe ser casera. La mayoría de compotas de manzana industriales son una bomba absoluta de azúcares, que lejos de mejorar vuestros problemas intestinales, los agravarán.
Os dejo con el link de mi receta de compota de manzana. ¡Ya veréis que fácil!